Hace unos días encontré esta historia en internet. No la he vuelto a encontrar, pero recuerdo el argumento. Y es linda. Es bello ponerse en ese lugar, y sentir cuando uno abrazaría, y cuando no, y las motivaciones que en cada lugar se manifiestan, y la pureza del sentimiento en cada una de ellas. Cuando la mente vuela al decir, y choca con la realidad y cuando está firmemente asentada en el corazón. Recuperar entonces los abrazos que se dan con el corazón abierto, a todos los seres, sin necesidd de mover el cuerpo. Os traiga reflexión y beneficio 🙂
Cuenta la historia que hace tiempo, había un monasterio zen donde vivían 20 monjes. Al poco llegó una monja. La monja era de rasgos bellos, incluso con la cabeza afeitada. Y no tardó en suceder que varios monjes sintieran atracción hacia ella. Uno de ellos, llegó incluso a escribirle una carta y dejarla en su cámara. Ella la leyó, no sé si conociendo al autor o no. Y sucedió así, que la siguiente vez que se reunió toda la comunidad, cuando hubieron acabado aquello que les llevó a reunirse, esta monja se puso en pie y dijo en voz alta: “Si me quieres tanto abrázame ahora”.