Gobierno y políticas públicas: recomendaciones de Masanobu Fukuoka

Hay muchos que llevamos años sintiendo igual que este hombre, y obteniendo la misma respuesta de los gobiernos que este hombre. De todos modos, el sentido común no se puede reprimir, ni tan siquiera el silencio puede evitar que la gente sienta y piense, y que cada cual reciba según sus actos. Buen camino a la responsabilidad propia, que lleva la responsabilidad de los demás.

UNA SOLUCIÓN MODESTA PARA UN

PROBLEMA DIFÍCIL

Parece que las agencias gubernamentales no

tienen intención de detener la contaminación.

Una segunda dificultad es que todos los

aspectos del problema de la contaminación de

los alimentos deben tomarse conjuntamente y

solucionarse al mismo tiempo.

Un problema no puede ser resuelto por

personas que están preocupadas solamente con

una u otra de sus partes.

Mientras que la conciencia de cada uno de

nosotros no se transforme de una manera

fundamental la contaminación no cesará.

Por ejemplo, el agricultor piensa que el Mar de

las Islas (el pequeño mar entre las islas Honshu,

Kyushu y Shikoku) no es de su incumbencia.

Creen que se deben ocupar de él los

funcionarios del Departamento de Pesca, cuyo

trabajo consiste en cuidar los peces y que debe

ser el Consejo del Medio Ambiente el que debe

ocuparse de la contaminación de los mares. El

problema reside en esta forma de pensar.

Los abonos químicos más utilizados, sulfato

amónico, urea, superfosfato y similares, se

aplican en grandes cantidades, de las cuales

sólo una pequeña fracción será absorbida por

las plantas de los campos. El resto es lixiviado

y arrastrado en disolución hacia los manantiales

y ríos algunos desembocando en el Mar de las

Islas.

Los compuestos nitrogenados se convierten en

alimento para el plancton y las algas, los cuales

se multiplican en grandes cantidades originandola aparición de la marea roja. Por supuesto los vertidos industriales de mercurio y otros residuos contaminantes también contribuyen a la contaminación, pero la contaminación del agua en el Japón proviene la mayor parte de los productos químicos utilizados en agricultura. Así que es el agricultor quien debe cargar sobresus hombros la mayor parte de la marea roja. El agricultor que aplica productos químicos contaminantes en sus campos, las corporaciones que manufacturan estos productos, los funcionarios rurales que creen en la conveniencia de los productos químicos y ofrecen su asesoramiento técnico de acuerdo con ello. Si cada una de estas personas no reflexionan profundamente sobre ello, no habrá solución para el problema de la contaminación del agua. Tal como ocurre en la actualidad, solamente aquellos que están afectados más directamente, son activos en la búsqueda de soluciones a los problemas de la contaminación, como es el caso de la lucha de los pescadores locales contra las grandes compañías petroleras después del vertido de petróleo cerca de Mizushima. O, en su lugar, algún científico propone solucionar el problema abriendo un canal a través de la isla Shikoku para permitir que el agua relativamente limpia del Océano Pacífico fluya hacia el Mar de las Islas. Este tipo de solución es investigada e intentada una otra vez, pero de esta forma no aparecerá nunca una solución verdadera. La realidad es que cualquier cosa que hagamos empeora la situación. Cuanto más elaboradas son las contramedidas más se complican los problemas. Supongamos que se construyese una tubería a través de la Isla Shikoku y que se bombease el agua del Pacifico para verterla en el Mar de las Islas. Supongamos que esto puede limpiar el Mar de las Islas. ¿Pero de donde va a venir la energía eléctrica necesaria para hacer funcionar la fábrica que construiría las tuberías de acero, así como la energía necesaria para bombear el agua? Se necesitaría una central nuclear. Para construirla se necesitaría cemento y toda una serie de materiales, y también tendría que construirse un centro de procesamiento de uranio. Cuando se proponen soluciones de esta índole, sólo se ponen las semillas para los problemas de contaminación de segunda y tercera generación, que serán más difíciles de resolver y estarán más extendidos.

Es como el caso del agricultor ambicioso que abre una entrada en el canal de riego demasiado ancha y deja que el agua entre rápidamente en su campo de arroz. Se forma una grieta y el lomo del caballón se deshace y la tierra es arrastrada por el agua. Entonces se hace necesario un trabajo de reforzamiento. Se refuerzan las paredes y se ensancha el canal de riego. El mayor volumen de agua solamente aumenta el peligro potencial y la próxima vez que se debilite el lomo será necesario un mayor esfuerzo para su reconstrucción. Cuando se toma una decisión para solucionar los síntomas del problema normalmente se asume que las medidas correctivas resolverán el problema en sí mismo. Raramente ocurre así. Los ingenieros no parecen poder asimilar esto en sus cabezas. Estas contramedidas están todas basadas en una definición demasiado estrecha de lo que va mal.

Las medidas y contramedidas humanas proceden de una verdad y un juicio científico limitados. Nunca puede obtenerse de esta forma una solución verdadera. (Por “una verdad y un juicio científico limitados”. el Sr. Fukuoka se refiere al mundo percibido y construido por el intelecto humano, pues considera que esta percepción está limitada en el entramado definido por sus propias asunciones).

Mis modestas soluciones, tales como esparcir paja o cultivar trébol, no causan contaminación. Son medidas efectivas porque eliminan el origen del problema. Hasta que se pueda cambiar la fe moderna en las grandes soluciones tecnológicas la contaminación sólo puede empeorar.

Del libro “La revolución de una brizna de paja”. Masanobu Fukuoka

Puedes encontrarlo fácilmente en la red en pdf.

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